domingo, 2 de octubre de 2011

Tierna y dulce historia de amor


No recuerdo muy bien qué día de la semana era pero sí sé que el primer día de la persona, que ahora considero lo más importante en mi vida llegó a mi clase en 2º de ESO, yo estaba enferma y falté durante todo el día.
Al día siguiente la vi. Y cómo todo el mundo que no sabe distinguir le asigné una nacionalidad que no tenía nada que ver en absoluto con la suya.
Por lo que me ha contado, nada más verme me empezó a odiar, pero parece ser que con el tiempo me dio una segunda oportunidad.
En clase de inglés me quedé flipada. No había oído nunca hablar de esa manera teniendo unos simples 14 años. Sería la primera y por supuesto no última cosa que me sorpredió de ella. Porque si algo puede decirse de la pequeña A, es que cuando vas con ella nunca sabrás dónde vas a acabar.
Y, sinceramente, aunque me encantaría poder decir que nuestra relación fue alucinante desde el principio, me quedaré con las ganas...
Recuerdo que hablábamos poco. Durante un tiempo fuimos simples compañeras de clase, pero tras contarme su pequeña aventura al año siguiente sentí una avalancha de culpabilidad, por así decirlo. Lo sé, es triste que una amistad empiece así... Pero bueno, dicen que los finales felices nunca empiezan bien.

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