En realidad todos somos principiantes en el amor porque, aunque estemos casados, o tengamos pareja, o lo que sea, siempre, cuando aparece una nueva persona el contador se pone a cero y volvemos a ser los patosos adolescentes que no sabían lo que conllevaba decir te quiero. Volvemos a empezar, incluso la persona con la que llevas casada treinta años puede sorprenderte y hacer que te sientas inseguro, estúpido y que te tiemblen las piernas.
Si alguien te gusta de verdad, no marees la perdiz. Te lo puedes pasar bien con otros pero eso puede hacer que os distanciéis.
Está claro que si no haces nada no le vas a gustar. Las cosas no pasan por casualidad pasan porque te lo curras. Muchas veces hay un pelín de suerte, pero la suerte tiene que venir detrás de un esfuerzo. Si no se arriesga, no se gana.
Si quieres algo de verdad lo acabas consiguiendo.
- Ahí empieza el baile.
- Soy muy patosa, no sé bailar.
- Yo tampoco, ¿y? Puedes hacer como que bailas.
Me siento como una niña pequeña al hablar con él. Como si fuese mi hermano mayor al que luego he de ir con los deberes hechos.
No sabe lo que significa, ni lo supo y seguramente nunca lo sabrá.
Me he desnudado ante él y a su lado todos parecen mínimos.
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