Había ocurrido. Nadie se explicó cómo, pero tenían claro que había ocurrido.
Sus vidas habían comenzado en un punto muerto. El contador se volvió a cero. ¿Eran libres? No lo sabían. Esa completa ignorancia que nos mata por dentro era lo que gobernaba sus vidas. Solo sabían que debían actuar con normalidad al menos durante las siguientes horas. Pero, ¿y al día siguiente? ¿Debían ir a sus respectivos trabajos o colegios por la mañana?
La única respuesta que obtenían a cualquier pregunta era un intento de habla que acababa en una mirada al infinito.
Y será ese mismo día en el que cambien nuestras vidas del que todos nos acordaremos a la perfección, porque lo que necesitamos es cambiar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario