martes, 27 de noviembre de 2012

Baja el escalón

Mira que yo nunca me creí más que una niña apenas mona, pero desde la mañana que vi esa nota en el buzón, me sentí la mujer más bella del mundo.
Él no paró de insistir hasta que me harté de no conocerle y me presenté ante su puerta devolviéndole cada una de las minúsculas pero profundas notas y cartas que me había escrito. Lo único que se atreví a decirle fue que no quería que siguiese tratándome como si fuese una princesa, porque las princesas solamente existían en los cuentos y yo quería que por una vez él fuese real.
La sinceridad hizo que bajase de la parra para que nos diésemos cuenta de la situación, saliendo de las bromas y las estupideces.
Y así fue cómo no volví a recibir nota alguna.
Pero para que te traten como a una princesa, debes haber vivido al menos el capítulo de un cuento.

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