miércoles, 6 de febrero de 2013

Primer borrador

Ella nació creyendo ser una persona hecha para amar. Eso es bonito.
No creía que la gente pudiese levantarse siendo coleópteros, ni que se matase gente sin razón. Pero sabía que no era todo tan fácil. Es risueña y con un poco de tontería, pero aquella mañana brillaba el sol de verdad. Tal vez fuese la única persona un poco consciente de lo que tenía, y eso no se encuentra todos los días.
Imaginaba que las cosas podían pasar, pero eran eso, simples imaginaciones. Hasta que en esa mañana de sol, todo cambió bastante repentinamente. Mientras cruzaba la calle… Lo típico que podría pasar ahora es que le atropellase un coche o que empezase a ver la vida en gris porque se encapota el cielo, que se enamorase del chico con el que se cruza… Ya se sabe, algo que suele pasar siempre en los relatos de niños.
Pero no. Esto es simplemente el relato de cómo ella cruzaba la calle. De ese corto instante y todo lo que recogió. Uno de sus pasos fue la aspiración del hombre que salía del coche a tres metros del paso de cebra. Mientras el semáforo se cambiaba la abuela de sus nietos que vivía en el 1ºC del número 43 de esa calle recibía la llamada de que a su vecina se le había perdido el gato.
Lo que no imaginamos, es que ese paso que daba ella cuando cruzaba la calle es el impulso que necesitaba para no llegar tarde, la respiración del hombre, un simple suspiro porque su mujer le había dejado y no vería a sus hijos hasta el jueves, y que esa señora había dejado que el gato se escapara porque no quería que siguiese arañándole la ropa de la cuerda de tender.

No hay comentarios:

Publicar un comentario