Es curioso que la desgracia ajena nos lleve a querer a otras personas. Cuando sentimos que podemos ayudar a alguien y arropar a esa persona, y saber que recibiremos eso mismo en el momento adecuado, es cuando más nos acercamos a la gente. Porque las bromas, las cervezas por la tarde, las interminables risas no son más que una careta que disfraza a lo que es la pura confianza y amor que hacen que quieras a un amigo. Sentirte protegido y protector.
Somos jóvenes, y eso al final se va perdiendo. Pero supongo que esas son los más fuertes, Los que siguen con la careta que esconde sonrisas cómplices detrás.
Incluso quién menos lo esperabas tiene su corazoncito abierto a alguien. Algo dicen de que hasta las madrastras de cuento lloran por amor, ¿no?
Incluso quién menos lo esperabas tiene su corazoncito abierto a alguien. Algo dicen de que hasta las madrastras de cuento lloran por amor, ¿no?
Después de todo, cuando le confiesas tu amor al no amado de al lado, le das un empujón a que te abrace.
No hay comentarios:
Publicar un comentario