Lo que me ha enseñado 500 días juntos es que no podemos pretender que la gente sea lo que nosotros queremos, porque si eso es lo que nos gusta y ellos no lo son, ellos no nos gustan.
Todos creemos en algún momento en el destino hasta que nos encontramos con la casualidad. Ese es el momento en el que toda la percepción que teníamos del mundo se da la vuelta.
Tiraría a la basura días como este.
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