Madrid, 4 de abril de 2012, 1:26 de la madrugada
Gracias a esa muchacha atolondrada e hiperactiva que conocí alrededor del 10 de septiembre de 2011.
Gracias a ella he aprendido muchas cosas como griego, latín... de todo menos matemáticas.
Al principio, sus treinta cambios de pelo me asustaban (bueno, a mí y a todo el mundo), pero desde que se asentó en el negro como la pez es demasiado amorable.
He hecho largas caminatas con este gato hacia la Avenida de otro continente y desde el corazón, muchas conversaciones inolvidables. Confidencias y cotilleos en los cambios de clases, que poco a poco han hecho de dos compañeras dos buenas y auténticas amigas.
Dos soles que comparten aulas pero se dejan alumbrar. Muchos folios gastados en mentadas rayales y lo compartido en nuestros muros de pensamientos online.
Es bonito, es sincero, es verdura.
Sé que me he portado mal y por todo aquello lo siento. Siempre estaré de columna, bastón o simple palo en el que te puedas apoyar.
Me alegra haberte conocido, feliz cumplefechas y que cumplamos muchos más.
Te quiero, pequeña A.
La pequeña isla