lunes, 26 de diciembre de 2011

Conversaciones entre ascensor y pared.

- Tan tan. (Llaman a la puerta otra vez)
- Ya va, ¿quién es? (Fue a abrir y se metió en mi casa un amanecer)
- ¿Y por qué no sale sola?
- Porque no le da la gana. Dice que si no se droga, dice que no siente nada.
Conversaciones entre ascensor y pared. Nadie las oye, solo tú y yo.
Me da vértigo el punto muerto y la marcha atrás. Me angustia el cruce de miradas, la doble dirección de las palabras. Me arruinan las prisas y las faltas de estilo, el paso obligatorio, las tardes de domingo y hasta la línea recta. M enervan los que no tienen dudas y aquellos que se aferran a sus ideales ante los de cualquiera. Me cansa tanto tráfico y tanto sin sentido. Parado frente al mar mientras el mundo gira.
Lee entre líneas o no entenderás nada. Las letras de nuestra vida. Espera, ¿desde cuando es nuestra vida? Es tu vida y la mía. Paralelas, para tontos.
Siempre en estado de espera. Sueña que sueña la estrella. Pasa las noches en vela.
Me sentí larga, curva, siamesa. Me sentí mujer.
Esperando al infinito. Sonrisas tristes por las esquinas. Sé lo que debo hacer, pero no sé cómo hacerlo.
Dicen que el ser humano puede con todo excepto con él mismo. ¿Es eso cierto? ¿Podemos con nosotros mismos?
 Puede que me deje llevar, a ver qué me dice después. Y me tiemblan los pies a su lado, me dice que estoy descolorida, me empieza a besar. A ver qué me dice después.
Hago casas de cartón.
Y te miro y me miras.
Condenado a mirarte desde fuera y dejar que te tocara el sol. Sus soldados son flores de madera y mi ejército no tiene bandera, solo un corazón.
No necesito ropa, me arropa el olor de ayer, no necesito ropa, me arropa el sabor a miel.
Se desarma la luna solo con tocarla.

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